Déjame, Señor, mirarte bien por dentro,
entrar en tu corazón y dejarme seducir
y que aumenten mis deseos de querer ser como Tú,
conocerte internamente, amarte y seguirte más,
apostar mi vida junto a ti, déjame verte, Señor,
Amando hasta el extremo,
dejándote la piel,
entregando las entrañas,
tus entrañas de mujer,
en una toalla y un lebrillo,
en un acariciar los pies,
en un mirarnos hasta el fondo
sin nada que reprochar
y sin nada que pedir,
y con tanto para dar.
Yo, el Maestro y el Señor,
ya no puedo amaros más,
pues como el Padre me ha amado,
así os he amado yo.
Os dejo mi vida entera en este vino y este pan,
este pan que soy yo mismo
que me parto y que me doy.
Mi deseo es que os améis de corazón.
Yo también os quiero ver.
…
Sí, te doy todo lo que soy, para que sigas amando.
La lucha por la justicia entra en esta intimidad,
que se llena de personas y rostros que acariciar,
que me impulsa desde dentro
a comprometerme más.
Todos caben en tu corazón.
Quiero seguirte, Señor,
…